CEM Artesania, Espanya,
2019
En la arquitectura existen vínculos invisibles entre aspectos muy diferentes del proyecto que determinan la conformación de la envolvente del edificio y de los espacios que alberga. Uno de estos vínculos es lo que une la estructura y la luz natural de manera reciproca.
En los pabellones deportivos, esta relación se potencia por un lado por la necesidad funcional de cubrir grandes dimensiones sin soportes intermedios y, por otro, de inundar estos espacios con luz natural que sea lo más homogénea y difundida posible.
Inspirado en las antiguas cámaras fotográficas de acordeón, que con un simple sistema de pliegos consiguen que el objetivo adelante para tener un correcto enfoque, el pabellón se despliega con fachadas y cubiertas hacia el sureste, para capturar a través de los árboles del jardín circundante, el resplandor lejano del mar.
La particular forma de zigzag de sus caras corresponde a una estructura de pórticos de madera de sección romboidal que se alternan con otros de vidrio y policarbonato orientados hacia el norte, un sistema que permite filtrar la luz y difundirla dentro del pabellón, hasta los pisos más bajos con la prolongación de los elementos de vidrio en el zócalo de hormigón. Estos elementos romboidales también albergan todos los conductos de las instalaciones y, gracias a un sistema sencillo y discreto de aberturas, se convierten en conductos naturales de ventilación que permiten refrescar el complejo en los períodos cálidos y mantener y distribuir el calor de la radiación solar en los meses fríos.
El pabellón, que de día capta la luz natural en su interior, por la noche aparenta una lámpara, cuya luz se filtra a través de los elementos verticales de madera de sus 5 fachadas y los troncos de los árboles que descienden de la colina.
En los pabellones deportivos, esta relación se potencia por un lado por la necesidad funcional de cubrir grandes dimensiones sin soportes intermedios y, por otro, de inundar estos espacios con luz natural que sea lo más homogénea y difundida posible.
Inspirado en las antiguas cámaras fotográficas de acordeón, que con un simple sistema de pliegos consiguen que el objetivo adelante para tener un correcto enfoque, el pabellón se despliega con fachadas y cubiertas hacia el sureste, para capturar a través de los árboles del jardín circundante, el resplandor lejano del mar.
La particular forma de zigzag de sus caras corresponde a una estructura de pórticos de madera de sección romboidal que se alternan con otros de vidrio y policarbonato orientados hacia el norte, un sistema que permite filtrar la luz y difundirla dentro del pabellón, hasta los pisos más bajos con la prolongación de los elementos de vidrio en el zócalo de hormigón. Estos elementos romboidales también albergan todos los conductos de las instalaciones y, gracias a un sistema sencillo y discreto de aberturas, se convierten en conductos naturales de ventilación que permiten refrescar el complejo en los períodos cálidos y mantener y distribuir el calor de la radiación solar en los meses fríos.
El pabellón, que de día capta la luz natural en su interior, por la noche aparenta una lámpara, cuya luz se filtra a través de los elementos verticales de madera de sus 5 fachadas y los troncos de los árboles que descienden de la colina.
Ubicación
Barcelona, Espanya
Barcelona, Espanya
Año del proyecto
2019
2019